Salpica tu locura

No sé cuándo empezó todo. De niño era normal, en mi corazón palpitaba una dulce tranquilidad y quietud. Tenía una disposición alegre y jovial hacia la vida, y un natural gusto por la compañía. Después, al crecer, mi juvenil curiosidad y sensibilidad me llevaron a los libros y la soledad. En ellos me refugiaba del mundo real, al cual con el tiempo empecé aborrecer. Se encontraba vacío de propósito.

Siempre me he preguntado cómo es que una persona deja de ser la misma en el Resultado de imagen para splatterpunk Illustrationtrascurso de su existencia. ¿Por qué pasamos siendo uno sólo por tantas trasformaciones? ¿Por qué mi Yo de ayer no es el mismo de hoy, siendo el mismo?  Es como recordar aquella famosa frase de Heráclito: nadie se baña dos veces en el mismo río. Mi Ser pasaba y cambiaba con ese río.  Me di cuenta que algunos de  los que fueron mis mejores amigos en el pasado, ya nada teníamos que ver uno con el otro.  Nuestros ríos individuales dirigían cada uno su cauce hacia sus propios destinos.

Ahora, después de mis últimos hechos no soy tampoco el mismo. He cambiado, de una triste manera he retomado mi calma y mi capacidad reflexiva. Tal vez se deba a las cuatro paredes de esta prisión Psiquiátrica. Es por todos sabido que la reclusión lleva a la reflexión. Esas voces que surgieron en mi cabeza en mi adultez, fueron el torrente de lluvia que derramó el río. Su cauce del cambió destruyó mis nervios, de algún modo ese ya no era yo. Recuerdo como esas voces murmuraban tantas cosas abominables a mi cabeza, pero mi Ser –antes bueno- se regocijaba con aquellos pensamientos que afloraron mi maldad interior.

Sí, lo confieso, disfruté aquella noche mientras los degollaba, poseedor de una fuerza sobrenatural que me impulsaba. Cuando mi voz interior me dictó el asesinato, entré silencioso y con ingenio a la habitación de hotel donde se hospedaba la banda. Su música me repugnaba, ellos trataron de defenderse, pero mi cuchillo penetró una y otra vez sus blandengues entrañas. Mi rapidez fue sorprendente, las paredes blancas quedaron salpicadas como un lienzo por los “ríos de sangre de mi locura”—es irónico, así se llamaba una de sus canciones—.  Esta noche, salpicará también mi propia sangre, entre el piso y las paredes de está insana habitación.

La sacerdotisa Azteca

Cae nuevamente el Técpatl del cielo en un nuevo ciclo cósmico. Otra vez aquel mítico cuchillo de obsidiana es fragmentado en mil seiscientos pedazos sobre Chicomóztoc, el lugar sagrado de las siete cuevas. De aquella fragmentación nacieron mil seiscientos dioses que fueron los priDALL·E 2023-02-23 23.13.14 - An Aztec Priestessmeros dioses de la tierra. La violencia con la cual repercutió aquel hecho en el espacio y en el tiempo de los multiversos, expulsaron las subparticulas que conformaban la conciencia de Normax Aguilar hasta la máquina Psicogenética del tiempo.  Era el año 2500. Eran posibles los viajes temporales sólo hacia el futuro. Hasta algunas décadas, el viaje al pasado era mera especulación.  Aquel mundo era un lugar interconectado, donde la vida trascurría en una delgada línea que dividía el mundo físico del etéreo.

—¿Qué pasó ahora Normax? —preguntó un hombre joven, delgado, cuya antropomórfica  imagen se cristalizaba con la ayuda de un sofisticado juego de ingeniería atómica.  Su tacto semi-físico alcanzó la presencia corporal ensangrentada de Normax, a la que acababa de sacar de la máquina  anclada en el centro del laboratorio. En los rasgos de la mujer después de cada viaje, se acentuaban las sagradas facciones de una diosa precolombina. El mundo fuera del laboratorio había cambiado sin ellos darse cuenta. La raza predominante era descendientes de los mexicas, en lo que ahora era una Techno-Teotihuacán.

—¿No lo ves? —dijo—. Otro sacrificio ritual. El viaje genético atrás en el tiempo, no se limita a nuestro universo. He encarnado numerosas veces universos paralelos en sus culturas nahuales. Está vez me temo haber afectado el presente por las repercusiones del multiverso. Alteré la historia de la humanidad. El rey Moctezuma desenmascaró a Hernán Cortés y sus seguidores. Un poder dormido despertó en los habitantes de  Tenochtitlan. Esta vez, a los genes de mi sacerdotisa interior les tocó sobre la sagrada pirámide abrir el pecho del conquistador, cuyo corazón latió un momento en mis manos, hasta que el sangriento Técpatl,  me trajo de regreso, salpicada de su sangre corruptora.