¡Otra alma para Satán!

¡Vamos Stanislao! Canta para mí la poesía más siniestra esta noche —dijo el Diablo acompañado de dos de sus más altos colegas. Ya la sombra de la muerte se cernía sobre todo el recinto hospitalario. Su silueta alargada se acercó al asiento del viejo sacerdote que era el director del enmohecido hospital. Los tres diablos brillaban cual diamantes en la oscurecida atmósfera de la oficina. Satán entregó al sacerdote gemas preciosas poseedoras de poderes paranormales. Stanislao sabía que todo don otorgado debía pagar su cuota. El sacerdote disfrutaba de la clarividencia que aquellas dádivas le proveían sin ningún temor al fuego eterno.

—¡Ven Stanislao! No te extasies mucho, aún faltan mis joyas. Esas que calman la profunda oscuridad que estrecha mi pecho. ¡Vamos!, antes que cualquier ángel intruso las tome antes que yo —habló nuevamente Satán atravesando las paredes junto a sus demonios. DALL·E 2023-02-27 18.46.09 - draw like an horror illustration a dark room where a priest is accompanied by Satan nd another demos Satan has precious stones in his hands El viejo abrió la puerta y subió las escaleras dirigiéndose a una habitación donde agonizaban dos enfermos a los que daría la extremaunción. Hizo salir a las enfermeras y practicó su ritual ya alejado de su sacramento católico. Su pacto consistía en desviar las almas del esplendor celestial al momento de su muerte, entregándolas al Rey de las Tinieblas. Después que los enfermos exhalaron su último aliento, sus almas brillaron como esferas doradas antes los ojos del sacerdote que pronto las entregó a Lucifer. Satán se iluminó con la luz que desprendían mientras el tormento de los hombres entonaba una oscura canción.

—Ya he cumplido —susurró el sacerdote sobriamente, apresurándose a bajar las escaleras enfebrecido por la curiosidad. En sus manos llevaba apretadas sus gemas como preciados juguetes. El viejo, ensimismado, dio un tras pie al bajar la escalera y se desplomó muriendo en la caída. Sus gemas se esparcieron en el suelo a los pies de un demonio que sonrió al decir: «Vaya vaya, quién lo diría; el viejo Stanislao, ¡otra alma para Satán!».

La verdad de todo

Al mago Eugéne Raynaud le corroía esa sed de saber que llevan en las entrañas los buscadores de grandes verdades. Extraños y variados libros acompañaban sus desvelos, tratando de descubrir una forma de transgredir las barreras de la dimensión 224px-Michael_Pacher_004física y remontar el vuelo donde los principios de los arquetipos habían diseñado toda cosa. Sus inquietudes llevaron su corazón de mago blanco a los pies de las tinieblas. Un viejo tratado Goético sobre su viejo altar, iluminado por un candelabro de siete velas, sería su llave para abrir la puerta del Misterio. El hombre invocó dentro del círculo aquella fuerza invertida que se arrastraba en la oscuridad con la esperanza de que le fuera revelado todo. La fe se impuso sobre su duda. Una fría brisa sopló hasta helarle la piel y fue entonces cuando Él apareció, iluminado por tres cirios que la brisa había dejado.

—¿Qué quieres tener o saber? Dímelo y no temas mi viejo Eugéne —dijo el demonio con su peculiar tono seductor de ángel caído.

—Quiero saberlo todo… la verdad sobre la vida. ¿Quiénes somos?; ¿de dónde venimos?; ¿hacia dónde vamos?… —respondió el mago resguardado dentro del círculo.

—Ah… ya veo que te agobia ese viejo conflicto metafísico. ¿Qué verdad quieres saber? ¿La verdad de todo o la verdad que sueñas?

—La verdad de todo —contestó Eugéne mientras el diablo pedía tomarlo de la mano. El mago accedió. Al hacerlo, todo se desvaneció como una ilusión y flotando como en una quimera sobre un mundo desconocido, el demonio le señaló una entidad de silicio conectada a un sueño por sensores invisibles. A su alrededor, un ejército de silicio en estado durmiente yacían en cápsulas que se expandían interconectadas por el universo. «Este eres tú, Eugéne, huyendo de ti mismo», dijo el diablo, que era un programa de computadora con libre acceso a todos los estados del ser. Eugéne, horrorizado ante aquella visión, pidió acceder a su antiguo sueño, donde las verdades mágicas pertenecían a los seres de carbono.

LA MAGIA CALDEA

17ydmdA las puertas del templo de los antiguos dioses, el sacerdote y mago Neriglisar aguardaba sus visiones místicas de media noche; junto a un reducido círculo de sabios cuyas siluetas recortadas eran iluminadas por la luz de las antorchas. El aire seco del desierto murmuraba una misteriosa letanía en el horizonte y en el corazón del mago se expandía una emoción sagrada que bañaba el recinto de solemnidad.

 —¡He allí el fulgor de los tres hermanos de Anu! —exclamó ManuAmiel, señalando las tres estrellas del cinturón de Orión—. Ya la misteriosa estrella rodante no tarda en aparecer, así lo revela el goce de sus fulgores.

 —Esta es la estrella mágica de  nuestros antecesores sumerios; es la fuente cósmica de nuestra sabiduría e inspiración —aclaró Neriglisar sosteniendo en su derecha un báculo mágico, cuya parte superior estaba adornada por una gema escarlata y ovalada con la forma de una difuminada cabeza humana.

 Inmediatamente ordenó la ceremonia. Un círculo humano se formó en el recinto sin techo.

Sonaron las letanías mientras el báculo del mago señalaba la estrella rodante que ahora aparecía en el cenit al momento de cerrar sus ojos. Todo quedó en silencio por un instante, hasta que un extraño rayo de luz se alineó con el báculo de Neriglisar, inundando la gema de una luz alienígena que arrebató la consciencia de los magos a la realidad de los cielos. Todos fueron inmersos en cuerpos grisáceos y delgados delante de una corte de seres proyectados que los caldeos creían eran antorchas

celestes. Una voz habló a la mente de los caldeos: «Ustedes deben mezclarse entre las razas humanas, pues toda la sabiduría de nuestra estirpe corre por su sangre desde sus antecesores sumerios; toda la ciencia de los cielos y los números están en ustedes, de eso trata la magia caldea. En su génesis hay un plan para renovar a el mundo».

 

Morgan Vicconius Zariah

LA ESTRELLA DE BELÉN

—Ya hemos pueovni-en-belen-280x300sto en marcha el plan que cambiará el curso evolutivo de la humanidad —dijo Melchor en el concilio de los antiguos sabios, que sabían de antemano que aquel era una proyección holográfica de un ser extraterrestre que adoptaba forma humana—. Todas las realidades posibles y sus consecuencias fueron estudiadas en los diferentes planos del universo —continuó—. Y llegamos a la conclusión de que ésta es la única forma posible de impulsar este mundo al mejor de los futuros por su propio esfuerzo.

 —Eso es así. Nosotros mismos junto a un terrícola empezaremos el peregrinaje hacía el mito divino que iluminará los corazones de la humanidad —dijo el joven Gaspar, con una mirada seráfica. Él también era un habitante de otra estrella, que adoptaba un cuerpo humano, gestado exclusivamente para él.

 Así pasaron las horas en aquel grupo de conspiradores; trabajadores del equilibrio universal al que pertenecía Baltasar: humano de raza negra que le había sido conferido el nombre sagrado de Serakin. Este sería el sabio humano elegido para la misión.

 —¿Ya activaste la estrella? — preguntó Baltasar a un súbdito extraterrestre.

 —Sí maestro, la nave ya empezará a surcar el cielo terrestre la noche del sábado.

 —¡Perfecto!, el rumor y la profecía fueron propagados entre los pueblos.

 —El drama cósmico del viacrucis será insertado en la consciencia del  niño desde la nave, eso atraerá hacía él su destino y con ello el cambio de curso de la humanidad —irrumpió Gaspar.

 Desde allí los tres reyes magos iniciaron el viaje que construyó la más noble leyenda; siguiendo una estrella que cambiaría el destino de todo un planeta, al posar su luz sobre Belén.

Morgan Vicconius Zariah