manodelagloriaYacían los libros como enigmas sombríos sobre la mesa de estudio del doctor Díaz. La amarillez de sus páginas hacía juego con el paisaje claroscuro que derramaba en la habitación un candelabro de siete velas.  El doctor había dedicado gran parte de su vida a estudiar los grimorios y sus orígenes, que supo estaban ligados a la misma iglesia. El pequeño Alberto, la Clavícula de Salomón, un tomo del Diccionario Infernal de Collin de Plancy, y una primera edición del Libro de San Cipriano —el cual estudiaba— se encontraban abiertos sobre la mesa. Debajo del candelabro, en una especie de pódium pequeño, se hallaba la Mano de Gloria que tanto ansiaba Adrián. Este, junto a su compañero, forzó la puerta de la casa del doctor mientras no se encontraba. Penetraron al estudio, iluminado solo por velas y velones. La luz eléctrica quedaba tras la puerta del estudio. Adrián y su amigo eran aficionados a los misterios; habían escuchado rumores de que el antropólogo y profesor Eladio Díaz, era poseedor de un extraño artefacto mágico.

—¿Es esa cosa?  ¿Es esa la mano que dices? —preguntó el amigo, vacilante, señalando la mano disecada con un temor que se acrecentaba bajo la luz de las velas.

 —Sí, es la Mano de Gloria. La mano mágica izquierda de un ahorcado. Vamos… tomémosla. Tendremos la facultad de paralizar cualquier ser humano. Ella es un receptáculo del deseo del hombre de dominar las fuerzas de la naturaleza.

En ese instante, de las sombras apareció el doctor. Siguió las siluetas de los muchachos que ya tenían consigo la Mano de Gloria. «¡No lo hagan!», exclamó, «es peligroso».  Estos encendieron los dedos de la mano intentando detener al doctor, y la colocaron sobre la mesa. En el acto, todos quedaron paralizados ante el efecto de su hechizo, menos el candelabro, que se desplomó caprichosamente sobre los libros. Estos ardieron lentamente, propagando el fuego por toda la habitación. Al día siguiente, los bomberos encontraron una mano disecada intacta, en medio de tres cuerpos carbonizados.

Fin

2 comentarios en “La mano de gloria

  1. Qué buen relato de terror, Morgan. Has conseguido darle ese toque de realidad tan necesario para meternos de lleno en la historia con la enumeración de los libros de estudio del doctor Díaz, creando el ambiente de misterio necesario a base de velas encendidas y buena literatura.
    Un placer leerte.

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  2. ¡Puro y delicioso relato de género fantástico! Hay puertas, y en este caso manos, que no debemos cruzar, o en este caso coger, sin pagar un precio demasiado alto. ¡Saludos!

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